miércoles, 27 de noviembre de 2019

lunes, 4 de noviembre de 2019

Cómo se reconoce el humo

Quise agregar una entrada de un tema controversial. Pero debido a que actualmente se está comenzando a tocar el tema, porque existe una sensación de que hay bastante venta de humo en el sector, entonces es que decidí abordar el tema. Primero que nada… Voy a comentar qué entiendo como humo respondiendo la siguiente pregunta: ¿cómo se reconoce el humo o la venta de humo? Para luego pensar en qué se puede hacer. 

¿Cómo se reconoce el humo o la venta de humo? 

Al parecer algunas personas lo reconocen fácilmente, pero se hace difícil una definición formal de criterios de demarcación. Yo prefiero definir algunos tips (basado en los tips de M. Bunge) para sospechar si algo puede ser humo. Es decir, un conjunto de indicios que podrían hacer que se encienda nuestra alarma de pensamiento crítico. Según esta propuesta, pienso que uno puede comenzar a sospechar que algo puede ser humo si se presentan al menos algunos de los siguientes indicios: 
  1. Es fácil. 
  2. Es crédulo. 
  3. Es dogmático. 
  4. Rechaza la crítica. 
  5. Apela al pensamiento mágico. 
  6. Propone soluciones placebo. 
  7. Tiene afirmaciones extravagantes. 
  8. Deja entrever engaño. 
  9. Esconde una finalidad puramente lucrativa. 



La explicación: 


1) Es fácil: sucede cuando no se requiere un largo aprendizaje para lograr los conocimientos o lograr ser profesional en algo. Cuando se prometen soluciones sencillas, fáciles, balas de plata, soluciones en tiempos irrisorios y a veces resultados sin requerir mucho esfuerzo. O, también, cuando se hace una sobresimplificación de problemas, ya sea por caer a la “falacia de la causa simple”, por algún otro sesgo cognitivo o por simple intencionalidad de hacerlo así. Hay cierto ‘humo’ que, a diferencia de mostrarse fácil (aunque en el fondo lo es), se muestra complicado: no es complejo, solo es complicado. Se complica para parecer sofisticado pero en su esencia, es muy simple y fácil. 
2) Es crédulo: no somete sus especulaciones a prueba alguna, en ocasiones motiva un salto de fe o apela a la credulidad del espectador. También se puede ver cuando se cae en recurrir a lo emocional (falacia del recurso a las emociones) o al liderazgo carismático para propender seguidores fieles y crédulos (recurso a la autoridad). Se pueden observar en un culto a las personas, muchas veces su cuerpo de ideas forman una especie de escuela filosófica, seguidores, fans o a veces un culto que se funda y sostiene en alguna figura o líder engrandecido (como Chopra, Osho, Otto Charmer, etc.). También puede suceder con el endiosamiento de una marca, framework, sin rigurosidad metodológica, ingenieril o científico-técnica. Suele apelar a abalar o dar fe del éxito mediante los testimonios de otras personas (sesgo de correspondencia) o testimonios de casos particulares (sesgo de disponibilidad) -ej: ¡A mí me funcionó!-. 
3) Es dogmático: sigue una escuela de pensamiento cerrada, cuerpo de creencias o una receta de solución específica (manifiesto, libro, escuela filosófica, etc.). No cambia sus principios cuando fallan ni como resultado de nuevos hallazgos o hechos que lo contradicen. No busca novedades ni mejorar evolutivamente, sino que queda atada a un cuerpo de creencias que cuando cambia lo hace sólo en detalles y como resultado de disensiones arbitrarias o necesidades de conservación del propio cuerpo de ideas. Se suele incurrir a aceptar hechos, estudios o pruebas que afirman la hipótesis o cuerpo de ideas, pero desestimando aquellas que la contradicen (sesgo de confirmación)
4) Rechaza la crítica: se rechaza la revisión de a pares, el examen de colegas, la reflexión crítica, la retrospectiva, la rendición de cuentas o el escrutinio público. No permite el sometimiento a prueba de las ideas ni la posibilidad de falsación ni al análisis racional y lógico. Se suele rechazar la crítica alegando que está motivada por dogmatismo, ortodoxia, fanatismo, intolerancia o por resistencia psicológica y puede recurrir pues al argumento de ataque personal (“ad hominem”) o a la tergiversación (“hombre de paja”) en lugar del argumento honesto. En su defensa puede acudir al subjetivismo o relativismo, argumentando que cualquier opinión, idea o método es válido (falacia relativista). 
5) Apela al pensamiento mágico: Invoca entes muy abstractos, inmateriales o sobrenaturales inaccesibles al examen empírico para pretender ayudar a resolver problemas reales accesibles al examen empírico. Por ejemplo: puntos de personalidad del eneagramas, anclajes inconscientes “engramas”, conexiones con antepasados y destinos en constelaciones familiares, dominancia cerebral, los tipos de personalidad y “sistemas representacionales” del PNL mediante sensaciones corporales y sentimientos, conexiones del holismo en terapia sistémica, neurobioemoción, energías internas como la energía positiva o la energía vital reiki, chakras, registro akáshico, auras, “interioridad profunda de un campo social”, ideas esotéricas, “entrar en sintonía”, el “poder de las palabras”, etc. El motivo es que no se funda sobre un cuerpo de conocimientos auténticos o basado en ciencia o ingeniería (en el mejor de los casos se funda en filosofías). El pensamiento mágico no tiene la potencia explicativa, la predictiva ni la resolutiva. A veces sus principios son incompatibles con algunos de los principios más seguros de la ciencia. Los discursos pueden presentar una carga importante en falacias y sesgos cognitivos (como: la petición de principio, ad ignorantiam, falacia circular, argumentum ad populum, generalización apresurada, efecto Forer, etc.). Algunas veces se acude a reciclar conocimiento antiguo y se le atribuye mucho valor, como: los 4 elementos de la alquimia, Ho’oponopono, etc. (argumentum ad antiquiatatem). 
6) Propone soluciones placebo: Da igual si lo usamos o si no lo usamos, pues en el mejor de los casos los resultados no cambian. En otras palabras, cualquier práctica que es o parece inofensiva y que no resuelve realmente problemas, es decir que no es efectiva en obtener resultados exitosos. O por lo menos los resultados son placebos o cosméticos. Es decir que pueden generar una percepción favorable o la aceptación satisfactoria de los resultados, al margen de la efectividad objetiva. En las prácticas y discursos también se pueden ver cuando se sueltan ambigüedades, palabras bonitas, premisas tautológicas, sofismas de éxito, pensamientos positivos, experiencias alegres, juegos entretenidos, fórmulas huecas, frases simplistas, pantomimas, pero sin ‘método’. También cuando se ejercen prácticas positivas o incluso terapias espirituales como mindfulness, meditación, yoga, teatro, pero que sin embargo no influyen significativamente en soluciones a problemas complejos reales y objetivos, sino que pueden ser paliativos o refuerzos. 
7) Tiene afirmaciones extravagantes: si observa un nombre fantástico y una historia fascinante, sospeche. Pues es un indicio de humo cuando se presenta un marketing desmedido, que si escarbas un poquito con pensamiento crítico no hay mucho que sustente ese marketing y se evapora en el aire. El humo al principio parece una cosa muy grande, y luego se desvanece, y se convierte en nada (Gerónimo M. C. y Cejudo, 1792). El indicio se puede ver en afirmaciones en frases, discursos o títulos grandilocuentes, auspiciantes, pomposos, extravagantes, de solución mágica, con palabras ampulosas o apelando a la autoridad (argumentum ad verecundiam). Estas afirmaciones funcionan como un cebo para atraer el deseo y la tentación generando gran expectativa y aumentando el valor de lo que se vende. Lo podemos ver en libros, certificaciones (como “Certified Professional Senior Coach”), discursos, propaganda publicitaria, currículums, etc. Otra vía es cuando a veces no se admite ignorar algo y se tiene explicaciones para todo (sesgo de efecto Dunning-Kruger o simple exceso de ego). Otra forma también puede apreciarse en algún discurso motivacional exagerado que lleva a la exaltación y a hasta una especie de fanatismo. O cuando se afirma tener una panacea (la solución a todos los problemas, la fórmula mágica o el secreto que pocos saben). 
8) Deja entrever engaño: El humo aparenta tener sustancia y no la tiene. Se deja entrever un engaño, cuando te venden gato por liebre o un caballo de troya o una cosa que no es. Pueden ser productos, ideas, métodos o conocimientos reciclados que se presentan y venden como nuevos, cuando en realidad son viejos, se tomaron prestados y se aggiornaron. O cuando se publicita un producto con propiedades que en realidad no tiene. O cuando se promueve, publicita y vende un producto que no tiene real intención de producirse (el VAPORWARE es un ejemplo de este tipo de publicidad engañosa). También sucede cuando se apela a la autoridad para avalar o dar prestigio a una idea. Por ejemplo cuando se usa a la ciencia o a supuestos estudios científicos para apoyar o validar una idea, pero no se especifican las fuentes o se tergiversan los estudios. En otras ocasiones se toman prestadas palabras que resuenan con prestigio o como nuevas en ciencia o en una disciplina para usarlas como marca o como parte de pseudo-teorías (como holística, cuántica, MBA, management, coach, emergente, sistémico, ontológico, neurociencia, etc.). También se puede buscar dar autoridad por nombrar a algún gurú-experto que da fé, apoya o creó la idea. También cuando te prometen un éxito asegurado, el oro y el moro, de una manera muy obstinada o de extrema confianza. También cuando se aparenta lo que no se es, se cae en intrusismo profesional o se aparenta experticia que no se tiene. En otras ocasiones se puede percibir cuando se cae en frases engañosas y falsas, que incluyen algún elemento de verdad, pero que se vende como si todo fuera verdad (falacia de la verdad a medias). 
9) Esconde una finalidad puramente lucrativa: no se desea la verdad desinteresada, el enriquecimiento de un conocimiento compartido, la legítima búsqueda de soluciones efectivas, la entrega genuina de valor o un aporte genuino y honesto a la comunidad, profesión, cliente u organización; sino que en el fondo solo busca el beneficio puramente lucrativo. Si se trata de un producto o servicio que se puede vender se suele vender más caro de lo que realmente vale, si se trata de una terapia o servicio, se cobran fuertes tarifas por la consulta. En ocasiones se reclama la exclusividad, por ejemplo si se trata de una técnica que se puede enseñar, se comienza a capacitar a otros mediante cursos o certificaciones cobrando grandes sumas y se suele pedir un porcentaje de franquicia de ganancias futuras. Esto a veces genera negocios piramidales. También lo podemos ver cuando el vendedor no consume lo que vende, como si él no confiara o no creyera en su propio producto sino solo en lucrar. Y en el caso de los servicios, cuando el proveedor tienen incentivo económico para ignorar el problema de la dependencia, y se crea un posible conflicto de intereses, se llega a priorizar el interés económico. 

Cada indicio por sí solo no garantiza una presencia de humo o de venta de humo. Se puede decir que son condiciones necesarias, pero no suficientes. Pero si detectamos varios de ellos juntos, la probabilidad aumenta y allí es que podríamos sospechar que posiblemente estamos ante la presencia de humo. Y digo que es posible porque algunas personas pueden caer en alguno de esos patrones y no ser vende humo. O a veces el humo no se descubre nunca o se descubre tardío en el tiempo. Así que solo son solo indicios para alertar al pensamiento crítico de la posibilidad de humo.

¿Qué podemos hacer? 

A mi parecer es preferible evitarlo más que combatirlo. Por lo menos es mi postura. Y mejor forma que considero útil para evitarlo, además de la honestidad profesional, es desarrollar y mejorar nuestro pensamiento crítico: que incluye cultivar nuestro pensamiento racional, adoptar posturas escépticas (escepticismo) y, en lo posible, basarse en ciencia (en conocimiento científico, evidencias y datos empíricos). Y para ello podemos tener en cuenta, entre otras cosas, el kit del escéptico de Carl Sagan con el punto extendido de la identificación de falacias y sesgos cognitivos, como herramientas cognitivas. Y cuando alguna alarma se enciende en nuestra mente, podemos dudar y preguntar cosas como: "¿Y usted cómo lo sabe?" o "¿Puede demostrarlo?".

Referencias: 

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